viernes, 22 de agosto de 2014

Ulises

Hay demasiada luz, demasiada para hacer salir mis vicios nocturnos.
No veo bien en la claridad. Pero no hacen falta ojos de halcón para saber que esta vida no conduce a nada. Que el gigante blanco me arrolla como una gran bola de nieve, aplastándome y helándome hasta la médula. Y sólo me quedo dormida en la nieve, en el resplandor congelado de no respirar.
¿Cuando fue mi último aliento?
¿Quién me recuerda en mi otra vida?

Ahora sólo me he partido en miles de hilos, trenzados y regalados. Hay cachitos de mi por todas partes y no hay nada que conserve yo misma.

Tan dormida, tan lejos. Llevada por una corriente contra la que no luché, a la gran inmensidad del mar. Naufraga de una vida que no late.

Quizás sea hora de empezar a remar.


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