miércoles, 3 de septiembre de 2014

Sembrar. Podrir.

Suena como dos hielos en café caliente.
Crack.
Abro los ojos y todo se ha roto.
Game over, it's gone.
Se pudrió el verano.
Toda la playa se quebró bajo una tormenta de cien mil barcas astilladas, bajo las uñas que no conocen la piel de otra espalda.
Me alimento de tristezas, de sol a sol, sin digerir, las engullo.
Y ahora hay que vomitar todo este dolor, de una vez, por los ojos.
Unas lágrimas biliosas derretirán las retinas para no ver más allá de este final.

Al menos no este. El siguiente lo grabaremos en alta definición. Tres más allá quizás sea el definitivo y nos entierre con campanas de bodas, donde los niños vean crecer el árbol rosa que nunca dio nada, el útero vacío de donde no salieron. La semilla seca que sólo la tierra baldía tragó y la nada la regó con mimo durante años para ver sus enormes ramas negras brotar del suelo verde radiactivo. La misma nada le puso gorriones a su alrededor para decorarla, y decirle a su hija bastarda que todo estaría bien. Pero mamá, no te creo. Nunca he creído a nadie.
Se pudrió el verano.
Las hojas amarillas empezarán a caer pronto.

The Robin Squabble by Adam Oehlers Pen

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