viernes, 22 de agosto de 2014

Ulises

Hay demasiada luz, demasiada para hacer salir mis vicios nocturnos.
No veo bien en la claridad. Pero no hacen falta ojos de halcón para saber que esta vida no conduce a nada. Que el gigante blanco me arrolla como una gran bola de nieve, aplastándome y helándome hasta la médula. Y sólo me quedo dormida en la nieve, en el resplandor congelado de no respirar.
¿Cuando fue mi último aliento?
¿Quién me recuerda en mi otra vida?

Ahora sólo me he partido en miles de hilos, trenzados y regalados. Hay cachitos de mi por todas partes y no hay nada que conserve yo misma.

Tan dormida, tan lejos. Llevada por una corriente contra la que no luché, a la gran inmensidad del mar. Naufraga de una vida que no late.

Quizás sea hora de empezar a remar.


martes, 19 de agosto de 2014

Ese momento en qué entró la luz,
se vio aquel dolor viejo, tiempo roto, un silencio que nunca llegaba.

Ruegos por segundo de tranquilidad,
para observar barcos cayendo al vacío.
¿Saltar Niágara abajo, al agua helada?
¿Consumirse al calor de un sol apagado?

El pajarillo moribundo sobre el pecho,
aliado de un resquicio de corazón.
Aletean pero no vuelan.
Calientan pero no abrasan.
Apenas una chispa, un fuego fatuo verdeazulado.

Y él parecía arder, en la nada, en su vacío.
"¿Qué voy a hacer contigo?"
Acabarás matándome con tu vaivén,
el tic, el tac.
Ya sí ya no.

¿Qué vas a hacer conmigo?
"¿Fóllame, no?"
Y reventemoslo todo.