Vuelvo a buscar ofertas de viajes. Otra vez.
Donde sea. Sólo que esté lejos.
Y vuelvo a cerrar la página, sin nada.
No habrá más allí que aquí. No hay nada en ningún lado.
Tuve que nadar 2000 kilómetros para saber eso.
Pero ahora lo sé.
Y aún así vuelvo a buscar ofertas de viajes.
Para largarme.
Para desvanecerme.
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